Nadie puede pretender haber llegado a la maestría perfecta y definitiva de la formación.
Cada uno debe ejercer sobre si mismo y sobre los demás una mirada crítica, consciente de las etapas y de las “crisis” que acompañan las evoluciones necesarias.
La Formación permanente tiene como objetivo hacer frente a dichas crisis a través de acciones, descubrimientos, cuestionamientos y a la vez con la sabiduría de tener en cuenta el tiempo necesario.